Crítica Cine "Call me by your name"
- Rafa Valle
- 17 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 mar 2018
Call Me by Your Name es una de esas películas que se atreven a romper con la estructura clásica del cine. Esa estructura que nos habla de introducción, nudo y desenlace se reserva para aquellas grandes historias que deben ser contadas, historias donde se superan adversidades o se alcanzan sueños o gestas, pero Call Me by Your Name no es nada de eso, es la vida misma reflejada magistralmente en dos horas de metraje, un verano durante los 80 en un pequeño pueblo en La Toscana italiana que marca la vida de los dos protagonistas, y nada más es necesario aquí.

Todo en esta película está al servicio del realismo, desde la fotografía, que consigue evocarte recuerdos de rutinarios veranos con tu familia, hasta el sonido que te hace sentir de cerca todo lo cotidiano de esta finca donde deambulan los personajes. La naturalidad está presente en todo momento en esta pequeña escena de la vida, desde que uno cae casi de forma arbitraria en un momento específico, hasta su inevitable final. Por supuesto dentro de esta naturalidad encontramos el romance veraniego de los protagonistas, un romance que podríamos llamar ideal, ya que su director Luca Guadagnino lo presenta en un entorno nada hostil para que esto se desarrolle, cosa que se agradece ya que las circunstancias nunca llegan a contaminar (para bien o para mal) el desarrollo de éste. Tiene que ser difícil para cualquier realizador que tiene entre manos una película romántica el evitar mantener el péndulo equilibrado entre el drama y la comedia, y es que para mi es uno de los mayores atractivos de esta película, esa facilidad a la hora de dejar que las cosas sucedan solas, simplemente plantando la semilla y dejando que germinen solas las experiencias.
Los actores hacen un trabajo exquisito. Timothée Chalamet en su papel de Elio podría discutir perfectamente el Oscar a Gary Oldman, su personaje está perfectamente construido y entendido por el actor, y sobra decir que Armie Hammer como Oliver está a la altura de las circunstancias. Cabe destacar que la película no se desarrolla en base a diálogos, todo es físico, todo lo entiendes perfectamente al verlos moverse, mirarse o tocarse, lo cual da valor a las interpretaciones. Destaco también a Michael Stuhlbarg, cuya escena final casi se lleva una ovación por parte del cine.

La banda sonora es una auténtica maravilla, piano en su mayoría, te da constantemente la sensación de que continuas escuchando a Elio en su divagaciones.
En resumidas cuentas para mi es una película que mejora cada vez que la medito. Creo que es imprescindible para todos los que sean amantes de un cine que podríamos llamar "intimo", y aquellos que simplemente duden o les pique la curiosidad deberían lanzarse a por ella, ya que pocas veces vemos este tipo de historias narradas de forma tan excepcional utilizando solo elementos cinematográficos.
Lo Mejor: Una sutil realización que atrapa al espectador, Chalamet y Hammer juntos.
Lo Peor: Que se confunda su preciosismo con superficialidad.
Valoración: 9/10 (Imprescindible)
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