Crítica Cine "Que dios nos perdone"
- Rafa Valle
- 16 mar 2017
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 mar 2018
Rodrigo Sorogoyen nos mete en la piel de dos policías, ambos con problemas evidentes: uno tiene una agresividad incontrolable y su trabajo pende de un hilo; mientras que el otro es introvertido, tartamudo y le cuesta relacionarse con el género opuesto. Un cóctel que explota desde el primer minuto, una pareja de personajes redondos, carismáticos y apabullantes, que van desde lo intimidante a lo minucioso de su actos. Su objetivo, cazar a la presa. Roberto Álamo y Antonio de la Torre presentan sus credenciales con sendas interpretaciones que, además de creíbles, logran impactar al espectador.

La película nos sitúa en 2011, en plena crisis, con indignados en las calles, el paro por las nubes y la visita de Benedicto XVI a Madrid. Por lo que una ola de violaciones en serie es prioridad absoluta que se silencie cuanto antes. Los medios no saben qué sucede y todo se oculta, así que el psicópata se aprovecha de ello y sigue violando y matando a ancianas.
Son interesantes los planos grabados a cámara, sobre todo al inicio de la película, mientras que al final todo se estabiliza, y gracias a los efectos de luz y a la asfixiante banda sonora hacen de QUE DIOS NOS PERDONE un thriller con una atmósfera deprimente, agobiante a la par que fascinante.
Y eso es, en gran medida, gracias a dos portentos, el primero es Antonio de la Torre con un papel redondo, donde nos muestra una vez más lo fantástico actor que es. Aquí es el inspector Velarde, metódico, con problemas relacionales con las mujeres y tartamudo; aún así, en el cuerpo es una persona relativamente respetada y posee gran carácter, aunque su gran hándicap es ir acompañado por el personaje de Roberto Álamo. Él es el inspector Alfaro, un volcán en continua erupción, acalorado, tenso, nervioso, rudo y con problemas con la autoridad, y siendo él la autoridad imaginad en qué problema está. Ambos, merecían sin duda la nominación al Goya, recordemos que Roberto Álamo finalmente se hizo con el con total justicia.
En QUE DIOS NOS PERDONE se nos muestra también el perfil psicológico del asesino de ancianas, una persona con dificultades relacionales, al igual que nuestros dos protagonistas. Pronto descubriremos que los tres podrían ser asesinos en potencia y que, de una u otra manera, todos se retroalimentan. Es un thriller negro con cierto toque cómico para descargar, pero con imágenes realmente impactantes, como la vista de los cadáveres en el lugar del crimen y en la morgue, y también cómo se les ha asesinado. Sin lugar a dudas, ciertas escenas no son aptas para estómagos sensibles, pero ayuda a imprimir oscuridad al filme y también crea ese odio necesario hacía el asesino.

Hay que hablar igualmente de la banda sonora, puesto que en un clima tan asfixiante como Madrid en 2011, con la visita del Papa y la crisis política-social en pleno auge, es inevitable sentir ese agobio constante que Roberto Álamo es capaz de transmitirnos en camisa de manga corta y botella de agua de dos litros en mano. La tensión se palpa y cualquier motivo es tan digno como otro para reventar. La banda sonora sabe potenciar esos momentos, llevando de la mano al espectador a otro nivel de abstracción. A favor, también, la cantidad de planos oscuros y primeros planos sobre los personajes, revelando sin explicar cómo son y qué piensan.
En definitiva Rodrigo Sorogoyen nos trae una muestra más de que el cine español esta en plena forma con un thriller apasionante, frenético y brutal. Para un servidor estamos ante la mejor película española del pasado 2016 y eso es decir mucho a su favor.
Lo mejor: La atmósfera que logra crear Sorogoyen, las interpretaciones de De la Torre y Álamo.
Lo peor: Su último tercio puede hacerse algo pesado, el ritmo decae aunque su desenlace es satisfactorio.
Valoración: 8/10 (No te la pierdas)
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